Era una rutina que la hacíamos indispensable dentro de nuestro pequeño que hacer cotidiano. Jamas sentimos la oscuridad del silencio en esos paseos. Nuestro matrimonio era mucho mas que solo compañía, era amor. Era sentarnos a compartir un sin fin de cafés y mates a la orilla de nuestro balcón, sentados en la terraza de nuestra humilde morada.
Aquel lugar en donde compartíamos todas nuestras intimidades, nuestros secretos mas recónditos y donde descubrimos los acontecimientos que terminaron por separarnos.... Los engaños.
María José M.
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