Caminamos vagamente por las costas de la bahía. El cielo era claro y despejado, y el mar estaba tan tranquilo como el palpitar de nuestros corazones. Decidimos tomarnos la mano sin miedo a lo que pudiesen decir las personas de nuestro alrededor porque no conocíamos a nadie y todos sólo pensarían que eras mi pareja. Mi hombre, mi amor, mi compañero de vida y de aventuras. Lo cierto era que ese compañero de vida y aventuras era el más leal y atento que podía existir, era preocupado y cariñoso, el problema era yo. Decidimos caminar en la orilla del mar a pies descalzos. Sin decir palabras podíamos comunicarnos , sólo bastaban las miradas. Esas cómplices , aquellas que guardaban nuestros secretos, nuestros anhelos. Nuestros sueños.
Solos frente al mar, solos frente al mar tomados de la mano, solos frente al mar tomados de la mano dándonos un cálido beso.
Atentos , siempre atentos. Mirando y examinando. Recorriendo cara mirada que caía sobre nosotros para no encontrar conocidas. A ratos convertir la situación en un obstinado juego al que siempre sólo yo quería ganar. Y recibir mi cariñosa paga nocturna. Llena de besos, caricias, y locuras. Cuidándonos siempre de todo.
Cuidando la calidad amarga que siempre nos unía, esa calidad poco valorada, poco seria, esa calidad sin tiempo sin espacio y sin ataduras. Esa calidad que sólo tu podías darme y entender . Calidad : De Amante.